Los 93 años del Junior: Un paralelo entre Heleno y Ephanor
De un proyecto biográfico, de quien esto escribe, sobre futbolistas brasileros que han dejado profunda huellas en el Junior, extractamos este texto y lo presentamos hoy como un homenaje recordatorio a los 93 años de existencia del club rojiblanco.
Siendo dos jugadores llenos de virtudes futbolísticas, de un mismo país y militantes en el mismo equipo de Barranquilla, aunque en distintas épocas, no es difícil establecer una especie de paralelo entre Heleno De Freitas y Víctor Ephanor. Aunque en tiempos distintos, el recuerdo en quienes vieron jugar a uno u otro; o quienes tuvieron la oportunidad de verlos a ambos, testimonios desde luego ya veteranos por avanza edad, que recrean en quienes rescatamos tales testimonios y nos regodean con las fabulosas hazañas en canchas colombianas.
Heleno: según testimonio de cronistas que nos anteceden, algunos ya fallecidos como Mike Urueta Carpio, Armando Cabrera Muñoz y Julio Gutiérrez, el brasilero Heleno conformaba todo un espectáculo en la cancha.
“Jugaba sencillamente como los crack del fútbol. Con la capacidad para driblar rivales, para avanzar con el balón pegado a su botín y rematando al arco con fuerza y precisión” nos decía Arkamuz en charlas amenas hace algunos años cuando rememoraba tiempos en que el fútbol profesional colombiano estaba en sus comienzos.
“Todo lo hacía bien. Pateaba, cabeceaba, driblaba y tenía precisión para colocar pases de gol o para él hacerlos. A “Me muerde” lo hizo goleador con sus pases y sus geniales jugadas” afirmaba Mike Urueta cuando hablar de Heleno se trataba.
“Era un artista en la cancha. Con el balón hacía todo lo que se le antojaba. Hasta se daba el lujo de botar goles con el arco solo cuando quería burlarse del público que lo abucheaba por algo”, afirmaba Julio Gutiérrez.
“El hombre de la gomina” le decían también, por su inalterable peinado durante el juego. Salía a la cancha bien peinadito y terminaba igual, sin despeinarse y el pelo brillantico por la gomina (crema) que usaba. Pero era temperamental, jugaba bien cuando quería y jugaba mal cuando se sentía aburrido y mal humorado sin importarle que el público lo abucheara por sus desplantes.
El Premio Nobel Gabriel García Márquez en una crónica escrita en su columna La Jirafa en el periódico El Heraldo, reseñaba alguna vez que ir al estadio a ver jugar a Heleno era como comprar una lotería: el público se podía ganar el premio gordo si esa tarde el brasilero estaba inspirado y brindaba sus genialidades; pero también se podía salir por la puerta trasera de la decepción si ese día Heleno prefería hacer desplantes y burlarse de la hinchada. Total era como comprar un billete de lotería. Con la expectativa de esperar ganar el premio mayor o sentirse que se había perdido la plata.
Víctor: igual que el gitano, todo lo hacía bien. Manejaba el balón con una particular magia. Parecía tener un imán en sus pies para atraer la pelota. Driblaba, gambeteaba en corto especio, burlaba a sus rivales no con movimiento del cuerpo, sino con la influencia de sus botines echando de un lado a otro la pelota; corría veloz por el centro, zigzagueaba y repentizaba aplicando un freno pisando la redonda. Sus tiros libres los ejecutaba sin tomar mucha distancia y los penaltis los ejecutaba casi pegado al balón. Ephanor parecía tener un colchón en su pecho para dormir la esférica y sus remates iban colocados casi siempre al lado opuesto del arquero.
Víctor era un excelso cobrador de tiros libres en los que combinaba potencia y efecto de parábolas o curvas que en el espacio subían y bajaban. Aunque en Colombia no produjo muchas acciones de gol de chilena, era magnifico en sus volteretas y su precisión para colocar pases lo ubicaban como un verdadero as del mediocampo. Claro fue más que un volante creativo, fue un goleador, pero virtuoso del fútbol. Si algo habría que anotar como su “Talón de Aquiles”, quizás fue sus escasas anotaciones de cabeza. Prefería amortiguar en su pecho para seguidamente y como un rayo, rematar a la portería.
Víctor, como lo fue Heleno en su momento, dio al equipo Junior, la espectacularidad y la alegría que el público exigía. Y siendo la afición barranquillera exigente y amante del fútbol arte, en cada actuación del brasilero, la gente gozaba hasta el delirio y convencido, así su equipo perdiera, que la cita estaba asegurada para el siguiente domingo.
En los años 1972, 74 y 75 en que actuó en Junior desplegó toda su magia futbolística, convirtiéndose en un ídolo de la hinchada Junto al también brasilero Edvaldo Alves de Santarrosa-DIDA- es de los considerados mejores jugadores extranjeros que han transitado por Junior en toda su historia. En Ecuador, actuó desde 1977 hasta 1981 siendo campeón con el Barcelona en 1980 y 1981 y calificado como el mejor extranjero que ha pasado por el balompié de dicho país.
La zurda mágica
De él, el columnista, ex jugador del Junior y ex técnico de clubes Javier Castell López afirma: “En 1972 arribó a Barranquilla el más espectacular jugador de fútbol que he visto jugar con la camiseta de Junior: Víctor Ephanor Da Costa. Como para que no me quedara ninguna duda, si alguna existía, de aquel descubrimiento de dos años atrás, con el fútbol mágico de la selección del Brasil campeona 1970 en México, el electrizante zurdo de la pegada incontenible, el de la gambeta fantasiosa, el de los desplantes provocadores; el del escapulario que se salía de su camiseta, y él metía, mientras corría y desairaba-ridiculizaba- a sus oponentes, todo al mismo tiempo; el de los 86 goles, y el de los casi gol inolvidables (los tiros libres a Zape, los penales que pegaron en un palo cuando el arquero se iba como embrujado hacia el palo opuesto), digo que si entre 1970 y 1972 hubiera aparecido alguna ranura por donde se pudieran haber filtrado pequeñas gotas de vacilación de aquel hallazgo, Víctor Ephanor las despejó todas. Se transformó en mi ídolo”.
“Víctor fue, sin duda, la simbiosis perfecta de eficacia y estética. Su estilo combinó goles y gambetas en dosis similares. Frenos y aceleraciones embaucadores de impotentes defensas. Saltaba para cabecear, pero no, inflaba su pecho y la pelota se rendía y se acurrucaba en esa especie de colchón. Los teledirigidos que salían de su pie izquierdo contenían tanta fuerza como engaño; el “chanfle” perfecto. La suela del zapato de Víctor era tan protagonista como las demás zonas: en ella escondía y manipulaba el balón, se lo ofrecía al rival y luego, sin ningún pudor, lo atraía cual imán para el desencanto del defensor. En un momento estaba y un segundo después ya no. Ni el balón, ni él. Se iba raudo y zigzagueante, levantando su mano derecha insinuando no sé qué, devolviendo a su lugar el famoso escapulario y con el arco rival en su mira”.
Hincha hasta los tuétanos
"De mis memorias de Othón Dacunha y Víctor Ephanor, conservo tantos momentos de buen fútbol en el vetusto y querido Romelio Martínez, hoy en remodelación. Era una niñita cuando me llevaron por primera vez al estadio. Aprendí a amar a Junior aunque mis primeras idas al estadio no me permitían por mi corta edad, apreciar en su magnitud lo que significaba la presencia de jugadores como Dida en este equipo de camiseta rojiblanca a rayas. Vi jugar a Dacunha, habilidosìsimo puntero derecho, en aquel entonces, se estilaba el delantero pegado a su banda. Othón, jugador serio y comprometido, con una finta, un dribling endemoniados que enloquecía a sus marcadores de punta. En ese entonces, vi jugar a Mario Thull, Nelson Díaz, mundialista uruguayo, Pepe Romeiro, Quarentinha, Valentín.
“Para esa fecha ya había llegado la camada de brasileros a Junior, donde se contaron Caldeira, Víctor Ephanor y Chiquinho. Después llegarían Ney de Oliveira, Paulo Cesar de Oliveira, Carlinho, Careca, Machado Da Silva, Mickey Kretzer, de los que recuerdo. Y entonces comenzó el goce juniorista, viendo "jogo bonito" que cada Domingo nos ofrecía Junior y sus jugadores. Ephanor Víctor...irrepetible. Tenía una zurda eficiente y sus gambetas eran memorables. Con brasileros nunca conseguimos título, pero vimos jugar a tantos y tan virtuosos jugadores que estoy segura que nadie los olvida, especialmente en el caso de Víctor. Añoro volver a ver a este gran jugador brasilero, quien si hubiese jugado en esta época, estaría en cualquier equipo grande de las ligas más importantes de Europa. Grande mi Ephanor Víctor Da Costa Filho.. Soy Mariela Núñez. Juniorista hasta los tuétanos”.
Mucho más podría decirse de Víctor Ephanor y Heleno de Freitas, pero siendo este cuento apenas un breve paralelo, nos atrevemos asegurar que con ellos, Colombia y particularmente el Junior fue, como pocos, los clubes y países afortunados de haber sido testigo en sus momentos del mejor fútbol del mundo, dignamente representados en estas dos enormes figuras.
Hoy los recordamos en esta fecha especial de los 983 años de vida de nuestro equipo Junior.